La piel de los ancianos tiene una regeneración más
lenta.
Existe una disminución de la fuerza de unión de las
células en la epidermis, con un retardo en su regeneración y una disminución
del riego sanguíneo en la dermis.
A esto se debe agregar que disminuye o se pierde la
sensibilidad al dolor, se adelgazan todas las capas de la piel y se alteran los
tejidos elásticos y colágeno que la componen.
La falta de vitamina C puede aumentar la fragilidad de
los vasos sanguíneos y del tejido graso que de alguna manera sirve como colchón
de nuestro cuerpo, reduciendo de esta forma su protección y facilitando la
producción de lesiones por presión.
La presión de la pequeña circulación de los tejidos
como la piel no es tan elevada de manera que si estos se hallan sometidos a una
compresión externa, ésta puede equipararse o superar a la presión del capilar
sanguíneo, generando la citada isquemia al suspenderse el riego en la zona afectada.
Es por ello que existen zonas del cuerpo más susceptibles de lesionarse, como
las prominencias óseas. Por ejemplo, se puede mencionar que al estar sentada,
una persona puede recibir presiones superiores en 10 veces a la presión de su
circulación.
La fricción, producto del roce con la ropa de cama y
sus pliegues, así como el cizallamiento entre dos capas de la piel y la
maceración por la humedad de los tejidos, agravan el efecto de la presión sobre
los lugares expuestos.
Las ya citadas incontinencias, muy frecuentes en las
edades avanzadas, y que muchas veces el propio paciente minimiza u oculta por
pudor.
El padecer enfermedades de los vasos sanguíneos que de
algún modo faciliten su lesión.
La desnutrición e incluso la obesidad, juegan un rol
negativo y favorecedor de las escaras.
Hay cambios en la piel del anciano asociados al
envejecimiento que favorecen su aparición:
Si a lo anterior se agrega la inmovilidad o postración
del enfermo, las constantes abrasiones, la humedad producto de las incontinencias
tanto urinaria como fecal, los factores ambientales como los colchones y sillas
duras y los factores iatrogénicos como una excesiva prescripción de reposo o de
medicamentos sedantes e hipnóticos a dosis inconvenientes para nuestros
ancianos, entonces existe una elevada probabilidad de producir una escara.
De los factores físicos directamente involucrados en
la formación de una úlcera por presión, sin duda el más importante es la
presión misma.
Existen factores dependientes del paciente como:
Seguramente todo lo mencionado está relacionado de
alguna forma con el inmovilismo que es el factor de riesgo más importante en la
producción de úlceras por presión.
También influyen de manera considerable elementos
ambientales tales como camas o pliegues de ropa, colchones duros, sillas duras
y escayoles u otros movimientos para inmovilizar.
El cuidador puede tener parte de la responsabilidad en
la provocación o agravamiento de las úlceras, al no realizar los cambios de
postura con la frecuencia necesaria y prescrita, o al mantener a un paciente
incontinente con humedad en el pañal por demasiado tiempo.Lo anterior puede
aumentar de importancia al no poder reconocer los signos precoces de la
enfermedad y a veces retrasar un tratamiento.